Otra mañana
más, otro nuevo despertar, me caigo de la cama con la misma cara somnolienta
del que tarde se recoge y apenas le da tiempo para acostarse unas horas,
mientras murmullo que es la última vez que lo hago, que la próxima vez ceno y
me dormiré pronto. Visita al baño rápido, a lavarse la cara para acertar con la
ropa al vestirse y hacerlo con rapidez, el tiempo apremia y mis movimientos se
ralentizan con el madrugon.
La misma
leche insípida, los mismos cereales sabor cartón para coger fuerzas, y la manzana
para el almuerzo, que no es un manjar pero engaña al estomago, toca correr, el
autobús no espera.
Son las 7.05
de la mañana, el frío me golpea la cara con su “buenos días” particular, pero
le toca joderse, no sabe que tengo a mi barba como aliada para protegerme la
cara.
Ya en el
autobús en el mismo asiento, mi compañero de clase se dispone a dormirse, me
recuesto, me pongo los cascos y dejo a “Los Romero” que me acompañen en el
viaje tan largo que tengo, otro día más las mismas caras y la misma señora que
me mira, algo no le gusta, o yo o la barba, pero bueno, es otro tema.
El autobús
sale del pueblo, 50 minutos de viaje, muchas veces tengo la sensación de viajar
en el tiempo, me siento más viejo cada vez que me bajo para ir caminando hasta
el instituto. El camino sigue, suena “La
majada” en mis cascos y sin darme cuenta estamos en la ciudad ya, solo quedan
25 minutos, menos mal, porque hace mucho calor.
Pero aún no
hacia el suficiente calor hasta que se
montaron las mismas 4 chicas de siempre, cada cual con sus encantos, pero una
en especial me hace ponerme nervioso. Morena, no muy impresionante, pero lo
suficiente para que me haga incorporarme
en mi asiento. ¿Quién será?, ¿Qué estudiará?, ¿Tendrá novio?, todas
estas preguntas golpean mi mente, otra vez espesa como una sopa de barro.
Llegada al
instituto, le digo a mi compañero que nos paremos en la siguiente parada, que
el camino es más corto (mentira, es igual, solo es una escusa para seguir
viendo a la misteriosa morena). Dejamos el autobús y vamos caminando, hace frío pero yo ni lo siento, solo la presencia de esa chica me ha subido los
calores, y para colmo viene con sus amigas caminando por detrás. Me entran los
nervios y no sé por qué, me pongo la capucha mientras mi compañero me comenta
que está preparando un coche de rallys con su hermano y que en dos meses tiene
una competición, pero yo no puedo acertar a decirle nada más que “si”,” no”, “o
de puta madre tío”, mi cabeza está en otro sitio, concretamente 2 metros detrás
de mi espalda.
Me giro
disimuladamente y veo que las cuatro chicas se dirigen al edificio 2 , aún no
se que estudian, pero nunca las he visto por mi edificio, es una duda que me
queda pendiente.
Seguimos
nuestro camino y llegamos a la puerta de nuestro edificio, donde hacemos tiempo
a que lleguen el resto de compañeros de clase, mientras vemos pasar por delante
nuestra a chicas y mas chicas a las cuales les abro la puerta deseándoles
buenos días buscando respuestas agradables para templar los nervios provocados
por la chica del autobús.
El día
avanza, con cada timbre me levanto de mi silla para asomarme a la ventana y ver
a los estudiantes de otros ciclos que vienen del edificio 2 al nuestro para
segur dando clases, pero no aparece ella, al menos me despejo la cabeza, en esa
clase hace mucho calor. Son las 10:45, hora del recreo, salimos a almorzar y
algunos a fumar, yo con la manzana en la mano pensando en el “festín” que me
voy a dar relajo la mente con los malos chistes y las anécdotas de los
compañeros.
Quedan 5 minutos para volver a clase cuando veo una melena entre un
grupo de chicas que creo que se me hace conocida, ¿puede ser ella?, me quedo
parado intentando ganar tiempo esperando que se aparten las compañeras de ese
pelo que me ha vuelto a subir los calores, doblan la esquina, y para decepción
no era ella. Me he quedado solo esperando a nada, ahora toca correr que llego
tarde a clase.
Son las
14:00 hora de volver a casa, la tripa me ruge y el sueño se empieza a acomodar
en mis ojos, al contrario que a la noche donde no me podré dormir como de
costumbre. Paso la tarde entre la “play” y la tele, después de cenar me siento
delante del ordenador a pasar las horas pensando en ella, en el nombre que le
podía quedar bien y vuelvo a recordar que ella coge el mismo autobús siempre y que quizás mañana vuelva a ser como hoy, otra
vez la morena, otra vez los calores, otra vez ese pelo que me tiene asombrado.
Son la 1:30 de la madrugada, otra vez me acuesto tarde..