martes, 19 de febrero de 2013

SONRISAS HUECAS

Pocas razones bastan a mi confuso corazón para taconear en mi pecho de madera al compás de las notas silbadas por dos ojos azules como el cielo, profundos como mi desolación.
El calor de una mirada fugaz de unos ojos clandestinos, prenden las candelas de mis sentimientos hace tiempo apagadas, que iluminan senderos lúgubres envueltos en la oscuridad de una vida superficial.
Miradas que vacían los pozos donde arrojo la esperanza de encontrar las huellas que me acompañen en un viaje de incertidumbre y zozobras, que han reducido a polvo el castillo de mi felicidad, y que abren heridas que lloran en las flores marchitas de mis ganas de volar. El tiempo a convertido mi sonrisa en el plato vacío donde, con mis textos quejumbrosos doy a las hienas de beber, y un tronco seco de un árbol cansado de vivir son mis manos que ya no dan cobijo a las ganas de vencer.
Soy un hombre hueco, que solo a la sombra del gentío encuentra tranquilidad y que últimamente encuentra palabras fáciles en los labios de los vasos que con sus falsos besos me consiguen engañar, y noche tras noche olvido darle cuerda al reloj de mi destino para que por fin me ponga a caminar.
Como piedras son mis labios con los que no acierto a dibujar más que muecas rotas a gente llena de sombras que no se hacen realidad. Humo, hielo y paja visten los nidos de pájaros que me quieren cobijar para calmar sus pesados corazones acercándose a mi desconsuelo y molestándome con su seco graznar.
Siguen las nubes nublando el cielo de mis ojos, lloviendo piedra sobre mi alma de cartón, mientras  sigo buscando y aún no tengo nada, pero la dueña de esos ojos apareció para endulzar esta vida insípida  y decirme con solo su mirada "seguro que tu vales mucho más".

"Se apagó el fogón, no funciona nada
¿dónde está la luz? ¿qué hay en tu mirada?"


Letra "Extremoduro"
   "DELTOYA"

jueves, 7 de febrero de 2013

ELLA (2º PARTE)


Vuelve a gritarme el despertador ¿Cómo puede ser posible? Si me he metido hace 10 minutos a la cama, estoy equivocado, son las 6:25 de la mañana y otra vez vuelve el juramento a mis labios “La última vez”.  Es viernes, eso consuela bastante, otra vez la misma jugada, lavarse la cara, vestirse, el mismo desayuno y la manzana y a correr al autobús. El mismo asiento, el saludo al compañero dormilón, y la señora cotilla, menos mal que algo puedo cambiar, hoy toca ir escuchando “Extremoduro” “Barricada” y alguna de “Los Suaves”. Estamos en la ciudad, el viaje ha ido rápido, o eso creo, y llegamos a la parada, a su parada, mis manos se enfrían, los cereales protestan en el estomago mientras la vuelvo a ver aparecer, su figura es suficiente para mí para mantenerme despierto en lo que queda de trayecto. Miradas fugaces de reojo hacia ella mientras me hago el despistado con la capucha puesta apoyado contra el cristal, estoy seguro que no sabe ni que existo, da igual yo se que ella está ahí, lo que yo no sabía en ese momento es lo que ocurriría el fin de semana.
Es sábado, el despertador cobarde no se atreve a chillarme ahora, miro el móvil y un mensaje de un colega “¿Salimos?” como voy a decirle que no si somos tal para cual. Esa misma tarde tenia partido de baloncesto, que como últimamente volvimos a perder, pero me daba igual tenía ganas de salir y serenar mi cabeza después de la agradable compañía de viaje entre semana.
Son las 23:30 y mi amigo y yo cogemos el autobús para subir de marcha, aunque no puedo evitarlo me viene a la cabeza cierta persona, pero no es momento de eso, es hora de disfrutar.
 A las 00:20 volvemos a la misma plaza de todos los sábados, cerveza en mano empezamos a hacer las mismas estupideces y a reírnos de nuestra sombra,  50 minutos después nos hemos bebido dos litronas cada uno y ponemos rumbo a cualquier garito donde nos quieran continuar alegrando.
De Bar en bar continuamos mojando nuestras gargantas, y en el último, llega una sorpresa para mí.
 Eran 4 escalones los que me separaban en ese estado de la vida o la muerte, el suelo baila bajo mis pies y no acierto a decirle nada a mi amigo que se aleja hacia los baños, tras un duro titubear con los escalones, consigo poner el pie en el suelo, en ese instante una sombra se pone con decisión delante de mí y como una letanía acierto a escuchar ¿Sabes quién soy?
La sombra que ha pronunciado esas palabras va perdiendo su misterio y una cara conocida consigo enfocar, una sonrisa, una figura reconocible y un pelo, el mismo pelo negro de siempre, no puede ser ¡¡ Es ella!! ¿Por qué me tiene que ver en este estado?. No acierto a articular palabra, no se si es la borrachera, o los malditos nervios que me atenazan en ese estado también, balbuceo algo irreconocible mientras ella me dice “se te ve muy tranquilo a las mañanas en el autobús” mientras me dice que nos vemos por el instituto se aleja y me deja ahí en medio pensando para mí que no soy invisible para ella.
Domingo de resaca, pero no de lagunas mentales, recuerdo la compañía que tuve brevemente en un espacio de tiempo muy corto y en un estado pésimo, me revuelvo en mi cama lamentándome de la oportunidad que perdí de mantener una conversación con ella. Tuve la oportunidad y no sé cuando volveré a tenerla.
Otra vez ese ruido, otra vez el mismo sueño que me dice que ya estamos a lunes, que fin de semana más raro, aún sigo dando vueltas a mi actuación del sábado por la noche.
Ya vestido y desayunado me voy al autobús como de costumbre, me coloco los cascos cuando veo a mi compañero llegar con la mano vendada -¿Qué te ha pasado? Le pregunto- “Nada cosas del sábado noche, cosas raras que ocurren” me responde, y tan raras pienso yo.
“Los sinsabores son las flores que perdí” me canta Kutxi al oído transportándome a la noche del sábado, eso no fue una flor, lo que perdí fue un gran jardín por bobo, pero ya nada tiene solución así que no puedo hacer nada.
Sin darme cuenta llegamos a la parada de ella, como siempre vuelven a subirse las 4, yo al fondo del autobús las veo llegar hasta donde estoy yo, los nervios son más fuertes que de costumbre, y para rematar ella se sienta a mi lado, bueno, en realidad nos separa un asiento, pero para mí es estar muy cerca. La veo seria, no la recuerdo el sábado así, pero es muy guapa, de eso si me acuerdo, gana mucho en las distancias cortas.
El viaje acaba más rápido que de costumbre, mi compañero y yo bajamos juntos, y ellas esta vez van por delante nuestra, la sigo con la mirada mientras nuestros caminos se separan un día más, su pelo desaparece detrás del bloque de edificios y yo, me quedo con las ganas de saber su edad y que estudia, otro sábado prometo no beber tanto.

viernes, 1 de febrero de 2013

ELLA (1ª PARTE)


Otra mañana más, otro nuevo despertar, me caigo de la cama con la misma cara somnolienta del que tarde se recoge y apenas le da tiempo para acostarse unas horas, mientras murmullo que es la última vez que lo hago, que la próxima vez ceno y me dormiré pronto. Visita al baño rápido, a lavarse la cara para acertar con la ropa al vestirse y hacerlo con rapidez, el tiempo apremia y mis movimientos se ralentizan con el madrugon.
La misma leche insípida, los mismos cereales sabor cartón para coger fuerzas, y la manzana para el almuerzo, que no es un manjar pero engaña al estomago, toca correr, el autobús no espera.
Son las 7.05 de la mañana, el frío me golpea la cara con su “buenos días” particular, pero le toca joderse, no sabe que tengo a mi barba como aliada para protegerme la cara.
Ya en el autobús en el mismo asiento, mi compañero de clase se dispone a dormirse, me recuesto, me pongo los cascos y dejo a “Los Romero” que me acompañen en el viaje tan largo que tengo, otro día más las mismas caras y la misma señora que me mira, algo no le gusta, o yo o la barba, pero bueno, es otro tema.
El autobús sale del pueblo, 50 minutos de viaje, muchas veces tengo la sensación de viajar en el tiempo, me siento más viejo cada vez que me bajo para ir caminando hasta el instituto. El  camino sigue, suena “La majada” en mis cascos y sin darme cuenta estamos en la ciudad ya, solo quedan 25 minutos, menos mal, porque hace mucho calor.
Pero aún no hacia el suficiente calor hasta que se montaron las mismas 4 chicas de siempre, cada cual con sus encantos, pero una en especial me hace ponerme nervioso. Morena, no muy impresionante, pero lo suficiente para que me haga incorporarme  en mi asiento. ¿Quién será?, ¿Qué estudiará?, ¿Tendrá novio?, todas estas preguntas golpean mi mente, otra vez espesa como una sopa de barro.
Llegada al instituto, le digo a mi compañero que nos paremos en la siguiente parada, que el camino es más corto (mentira, es igual, solo es una escusa para seguir viendo a la misteriosa morena). Dejamos el autobús y vamos caminando, hace frío  pero yo ni lo siento, solo la presencia de esa chica me ha subido los calores, y para colmo viene con sus amigas caminando por detrás. Me entran los nervios y no sé por qué, me pongo la capucha mientras mi compañero me comenta que está preparando un coche de rallys con su hermano y que en dos meses tiene una competición, pero yo no puedo acertar a decirle nada más que “si”,” no”, “o de puta madre tío”, mi cabeza está en otro sitio, concretamente 2 metros detrás de mi espalda.
Me giro disimuladamente y veo que las cuatro chicas se dirigen al edificio 2 , aún no se que estudian, pero nunca las he visto por mi edificio, es una duda que me queda pendiente.
Seguimos nuestro camino y llegamos a la puerta de nuestro edificio, donde hacemos tiempo a que lleguen el resto de compañeros de clase, mientras vemos pasar por delante nuestra a chicas y mas chicas a las cuales les abro la puerta deseándoles buenos días buscando respuestas agradables para templar los nervios provocados por la chica del autobús.
El día avanza, con cada timbre me levanto de mi silla para asomarme a la ventana y ver a los estudiantes de otros ciclos que vienen del edificio 2 al nuestro para segur dando clases, pero no aparece ella, al menos me despejo la cabeza, en esa clase hace mucho calor. Son las 10:45, hora del recreo, salimos a almorzar y algunos a fumar, yo con la manzana en la mano pensando en el “festín” que me voy a dar relajo la mente con los malos chistes y las anécdotas de los compañeros. 
Quedan 5 minutos para volver a clase cuando veo una melena entre un grupo de chicas que creo que se me hace conocida, ¿puede ser ella?, me quedo parado intentando ganar tiempo esperando que se aparten las compañeras de ese pelo que me ha vuelto a subir los calores, doblan la esquina, y para decepción no era ella. Me he quedado solo esperando a nada, ahora toca correr que llego tarde a clase.
Son las 14:00 hora de volver a casa, la tripa me ruge y el sueño se empieza a acomodar en mis ojos, al contrario que a la noche donde no me podré dormir como de costumbre. Paso la tarde entre la “play” y la tele, después de cenar me siento delante del ordenador a pasar las horas pensando en ella, en el nombre que le podía quedar bien y vuelvo a recordar que ella coge el mismo autobús siempre y  que quizás mañana vuelva a ser como hoy, otra vez la morena, otra vez los calores, otra vez ese pelo que me tiene asombrado. Son la 1:30 de la madrugada, otra vez me acuesto tarde..

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