Hace tiempo, conseguí encontrar acomodo en la noche perseguido por mil luces que no alumbraban ni mis pies, y yo, convencido que siguiendo su destino nada podía ir mal, acabé condenando mi memoria al amanecer en el secarral en que se convierte mi boca en cada madrugar.
Bebiendo, maltrato sueños y deseos que en estado de lucidez veo imposibles y con el sentido torcido sabiéndome perdido convierto en desechos de papel, y sigo sin ver sentido a la locura del placer.
Curiosa mi debilidad, se distrae con la duda que alborota mi cabeza cuando ve que hay imposibles que son posibles de robar, y hace resonar el tintineo del vidrio esperando a que esa noche sea la de verdad, y otra vez se escapa risueña de mis manos cuando nota que empiezo a balbucear.
Y me digo que no, que el camino no esta en el frío beso de los vasos, que el pellejo hay que jugarlo en cada partida y apostar, a caballo perdedor seguramente, que una y mil veces se caerá, y de tanto tropezar, con la piedra del camino haremos graba por donde poder pisar, hay que cambiar. Cambiar de vicio, de mal acostumbrarme a buscar tesoros en mapas donde ni si quiera hay arena donde enterrarlos, de intentar atrapar el cielo cuando aún no se ni atarme los zapatos, tendré que aprender a esperar.
Y lleno de de dudas mi mente donde los miedos hicieron su corral, y pensando en el destino del sin sentido de forzarse a querer escribo torcidas sonrisas cuando ojos desconocidos me traen abrazos calidos capaces de atravesar el cristal que empañé con mi aliento.
Giraré el volante, sujetaré las riendas o izaré las velas, pero comenzaré de cero hacia otro rumbo, abrire los brazos y limpiaré mis manos para recoger los palos que me caigan en el lomo y hacer con ellos la hoguera que me de calor cuando el frio de las dudas me hiele.
Es hora de empezar a buscar las agujas que faltan al reloj de la vida.
Así que voy a seguir en este festín orquestao por los años,
pillando de aquí y de allí, limando los tajos y los golpes bajos
leyendo las cicatrices de las heridas que adornan mi vida que a poco que se descuida se vuelve a cortar
pillando de aquí y de allí, limando los tajos y los golpes bajos
leyendo las cicatrices de las heridas que adornan mi vida que a poco que se descuida se vuelve a cortar
Letra "Sinkope"
El carro de la vida