jueves, 20 de noviembre de 2014

A DESHORA

Ahora que estoy con las manos temblorosas de tanto quererme, de encontrar consuelo en torres de marfil donde la alegría se encaramó a las espaldas de aquel día en el que te vi partir, sigo razonando con la noche repasando en los recuerdos aquel maldito minutero del reloj que marchitó nuestros momentos.
Hace tiempo, conseguí encontrar acomodo en la noche perseguido por mil luces que no alumbraban ni mis pies, y yo, convencido que siguiendo su destino nada podía ir mal, acabé condenando mi memoria al amanecer en el secarral en que se convierte mi boca en cada madrugar.
Bebiendo, maltrato sueños y deseos que en estado de lucidez veo imposibles y con el sentido torcido sabiéndome perdido convierto en desechos de papel, y sigo sin ver sentido a la locura del placer.
Curiosa mi debilidad, se distrae con la duda que alborota mi cabeza cuando ve que hay imposibles que son posibles de robar, y hace resonar el tintineo del vidrio esperando a que esa noche sea la de verdad, y otra vez se escapa risueña de mis manos cuando nota que empiezo a balbucear.
Y me digo que no, que el camino no esta en el frío beso de los vasos, que el pellejo hay que jugarlo en cada partida y apostar, a caballo perdedor seguramente, que una y mil veces se caerá, y de tanto tropezar, con la piedra del camino haremos graba por donde poder pisar, hay que cambiar. Cambiar de vicio, de mal acostumbrarme a buscar tesoros en mapas donde ni si quiera hay arena donde enterrarlos, de intentar atrapar el cielo cuando aún no se ni atarme los zapatos, tendré que aprender a esperar.
Y lleno de de dudas mi mente donde los miedos hicieron su corral, y pensando en el destino del sin sentido de forzarse a querer escribo torcidas sonrisas cuando ojos desconocidos me traen abrazos calidos capaces de atravesar el cristal que empañé con mi aliento.
Giraré el volante, sujetaré  las riendas o izaré las velas, pero comenzaré de cero hacia otro rumbo, abrire los brazos y limpiaré mis manos para recoger los palos que me caigan en el lomo y hacer con ellos la hoguera que me de calor cuando el frio de las dudas me hiele.
Es hora de empezar a buscar las agujas que faltan al reloj de la vida.

Así que voy a seguir en este festín orquestao por los años, 
pillando de aquí y de allí, limando los tajos y los golpes bajos 
leyendo las cicatrices de las heridas que adornan mi vida que a poco que se descuida se vuelve a cortar 


Letra "Sinkope"
El carro de la vida



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